Sin entrar en catastrofismos mesiánicos, la mutilación por la tormenta ‘Delta’ de la escultura natural ‘El Dedo de Dios’ de Agaete viene a llover sobre mojado en el clima de pesimismo que invade Gran Canaria. Este caso concreto, una acción natural de la Madre Naturaleza, destruye lo básico de un monumento natural, monumento éste que se ha mantenido incólume en el transcurrir de milenios y devenido uno de los signos de identidad de Gran Canaria, no tiene porqué ser tomado como una premonición de desastres y devastaciones para Gran Canaria, aunque, a la vista de todos los hechos económicos y sociales negativos que en los últimos años se ceban con Gran Canaria, no dejarán de aparecer agoreros funestos que nos intenten vender que a Gran Canaria ya no hay quien la salve porque hasta Dios ha retirado ‘su’ dedo y se ha ‘mandado a mudar’ de su pedestal de Agaete.
Por supuesto que siempre hay espacio suficiente en la mente del pesimista para muchas elucubraciones pero las mentes de pensar lúcido tienen muy claro que los problemas que nos aquejan en Gran Canaria no son problemas divinos sino terrenales, y muy terrenales por cierto, y que la solución de los mismos no está en manos de Dios sino de nuestros dirigentes, de esos individuos que hemos elegido en las urnas para que se ocupen de buscar y encontrar soluciones a los graves problemas que acosan y angustian a la gran mayoría de nuestra sociedad, individuos éstos que gozan de sueldos que sonrojan a cualquier ciudadano que tiene que sobrevivir con 300 o 500 euros al mes, especialmente los pensionistas a quienes, si pasa su pensión unos céntimos de los 500 euros al mes, ni siquiera pueden viajar gratis en las guaguas municipales, cosa que sí pueden hacerlo los jubilados de Tenerife. ¿Hay alguien a quien le corresponda tomar nota de esta observación?
Siguiendo con los graves problemas pendientes de solución de nuestra sociedad, hay que destacar y subrayar el que afecta a las personas mentalmente discapacitadas, esas personas que, en muchos casos, no tienen la facultad de pensar con claridad y buscar soluciones a sus problemas. Clama al cielo que estos ciudadanos aun no gocen de una total y absoluta cobertura sanitaria de nuestra Seguridad Social. ¿Dónde Están los individuos que hemos votado en las urnas y que aun no han solucionado semejante y bárbaro problema? (La Provincia/Diario de Las Palmas trataba en relieve este asunto en su edición del día 29 de noviembre); por otro lado, ahí tenemos la ineficacia y el relajo adscrito al servicio de asistencia médica especialista y que afecta a la gran mayoría de la población grancanaria de forma demoledora porque ya nos pueden contar esos individuos privilegiados en sueldos y en ‘cuñas’ -que no tienen la más mínima angustia para pagarse un especialista particular si tienen algún problema de salud que así lo requiera, y también, como no, el entrar el primero en los quirófanos de la Seguridad Social si de una operación se trata porque el político corporativista de turno ya se encargará de colocar su expediente encima de todos los demás- cómo puede sentirse un ciudadano que tiene que esperar meses para que le atienda un simple especialista o años, incluso, para una operación de quirófano. Si hablamos del paro y su imparable ascenso, de pena, sobre todo con las leyes moratonianas y congeladoras de nuestro crecimiento económico que se han sacado de la manga los populistas del momento; si hablamos de los que sufren condena hacinados en la ‘jaula’ de Santo del Negro, para llorar; si hablamos del abandono que sufren nuestros barrios, para encomendarse al Santísimo porque el día menos pensado nos despertamos en la ciudad con un “caracazo” después de otro y cuando ocurra ya vendrá alguien a poner la cebada al rabo del burro muerto.
En definitiva, todo un rosario de sangrantes problemas que los individuos que hemos votado en las urnas no son capaces de encontrar soluciones para los mismos porque no están a la altura de aquellos otros de mucha talla y determinación que sacaron a Gran Canaria del yugo tinerfeño en el año 1927, y con ello consiguieron la separación e independencia administrativa de los occidentales, peculiar estirpe de individuos, con marcada expresión de carácter en la figura ática, que ha luchado sin pausa ni desaliento por la hegemonía tinerfeña, hoy en día totalmente conseguida, y por poner el pie en el pescuezo a Gran Canaria, también conseguido al día de hoy, todo ello ante la pasividad y sumisión de los individuos grancanarios que nos representan y que aún están por demostrar si algún día podrán ser equiparados a aquéllos que sentaron las bases en 1927 y forjaron nuestro desarrollo e ilusión en nuestro futuro, habida cuenta que la hegemonía arbitraria que hoy ostenta Tenerife sobre Gran Canaria es muy superior y mucho más grave para nuestro desarrollo y crecimiento económico que la que motivó la separación administrativa de 1927.
De todas formas, y volviendo a la razón básica de este comentario, ‘El Dedo de Dios’ de Agaete, la mutilación de su parte más emblemática no debe en absoluto ejercer en nuestro ánimo la más mínima influencia negativa por la simple razón que su presencia fue obra de la Naturaleza y también ha sido obra de ella su destrucción por lo que en ningún caso debe ser motivo de desaliento en nuestro diario trabajar por Gran Canaria y, especialmente, en nuestras reivindicaciones de autogobierno administrativo centrado en el Cabildo. La razón está de nuestra parte en nuestro deseo y decisión de regir administrativamente nuestro destino, y, por consiguiente, si la razón está con nosotros, Dios también lo estará, con ‘su’ dedo y sin ‘su’ dedo en el pedestal de Agaete. Gran Canaria necesita poder decisorio para buscar soluciones a sus problemas y que seamos nosotros los que decidamos cuales son los problemas que deben tener prioridad de solución sobre otros y que nadie de Tenerife y desde Tenerife, que no vive directamente nuestros problemas y siempre arrimará el ascua a su sardina, venga a empapelar con burocracia, a enmarañar, a congestionar nuestro desarrollo y, en definitiva, a vestir de negro nuestro futuro. Si los individuos que hemos votado en la urnas lo permiten no hay ninguna duda que no estarán a la altura de aquéllos que forjaron la separación provincial de 1927 e impulsaron el desarrollo económico de nuestra provincia y el bienestar de todos los ciudadanos grancanarios hasta que Gran Canaria fue ‘empapelada’ y frenada en su desarrollo a partir de la constitución de la Autonomía y vuelta a la unión administrativa anterior a 1927 que existe hoy.
Las Palmas de Gran Canaria, 6 de diciembre 2005.
Daniel Garzón Luna